Publicado en El País de Cali el 8 de Agosto del 2023

Hace un año, el gobierno Biden pasó el proyecto de ley denominado CHIPS Act, en el cual buscaba, entre otras cosas, limitar el acceso de China a semiconductores de alta tecnología. Hoy en día, los fabricantes de chips estadounidenses obtienen un tercio de las ganancias globales de esta industria. Sin embargo, los microchips son producidos afuera de Estados Unidos, algo que también el CHIPS Act buscó corregir.

Desde que esta ley entró en vigor, compañías como Intel, TSMC y Samsung han anunciado que construirán fábricas de microchips en suelo estadounidense. Intel, por ejemplo, anunció que construirá cuatro fábricas en Arizona y Ohio, invirtiendo US$40BN. TSMC, una compañía Taiwanesa y la líder del mercado de microchips de alta tecnología, informó a cerca de la construcción de dos fábricas en Arizona, una inversión de US$40BN. Samsung también reveló que invertirá US$17BN en la construcción de una fábrica en Texas. Según The Economist, si esto se cumple, Estados Unidos produciría para el 2025 el 18% de los microchips de alta tecnología en el mundo.

De esta manera, es incuestionable que el CHIPS Act, que consiste en una serie de subsidios y exenciones de impuestos para atraer inversión en esta industria, ha sido un éxito. Sin embargo, como explica Chris Miller, profesor del Fletcher School of Law and Diplomacy y autor de Chip War, esta estrategia de disminuir los riesgos frente al ascenso económico y tecnológico de China no será una tarea sencilla para la región.

La primera razón por la cual este objetivo no será fácil de cumplir es porque el gobierno en Beijing cree que hay maneras de sobreponerse a las restricciones impuestas por Occidente. Segundo, porque las multinacionales ya están tomando decisiones que van más allá que el discurso de Occidente de disminuir riesgos. Y tercero, Miller menciona que China está buscando cómo disminuir su dependencia de Occidente mientras hace que esta región sea más dependiente de tecnología y productos de Beijing.

Sobre la primera, Miller menciona que, ante las restricciones impuestas por parte de Estados Unidos y sus aliados para cohibir el ascenso tecnológico de China, sin afectar el comercio entre las partes, Beijing buscará ser más innovador que sus rivales. En el segundo punto, Miller menciona que, ante los riesgos de tensiones geopolíticas, las empresas han buscado separar sus operaciones. Empresas como HP o Apple han cambiado sus operaciones en tecnología y producción de productos electrónicos al Sudeste Asiático, India o México. Además, las compañías han determinado que tienen unas reglas de juego diferente entre las operaciones en China y las operaciones de la empresa en el resto del mundo, lo cual hace que exista una mayor bifurcación comercial.

Finalmente, sobre el tercer punto, Miller pone como ejemplo el accionar de China en energía renovable. Beijing se ha convertido en el mayor productor de paneles solares y baterías de litio en el mundo, mientras intenta disminuir su dependencia de petróleo exportado de Occidente. De esta manera, socaba el poder de la región sobre Beijing, mientras que este solidifica su posición dominante ante sus rivales.

Por consiguiente, será interesante analizar cómo será el status-quo a futuro y la manera en la que occidente le hace contrapeso a China, sin aumentar su dependencia a productos de Beijing. Por su parte, será también interesante analizar la manera en que el gigante asiático navega las tensiones geopolíticas y su desaceleración económica.

MARIO CARVAJAL CABAL

Líder de Asuntos Públicos para IDDEA Comunicaciones

Twitter: @Mariocarvajal9C

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