Publicado en El País de Cali el 25 de Septiembre del 2022

Recientemente, el presidente estadounidense Joe Biden afirmó que Estados Unidos defendería a Taiwán, en caso de que el gobierno chino la intente invadir. Estas declaraciones no calaron bien en Beijing, donde las consideraron inoportunas y una violación de la política de “una sola China”. Igualmente, el gobierno del gigante asiático le contestó a Biden afirmando que China “se reserva la opción de tomar las medidas necesarias para defender su soberanía”.

Estas declaraciones vienen después de un viaje que hizo Nancy Pelosi a Taiwán que aumentó significativamente las tensiones geopolíticas entre las dos potencias. Paradójicamente, en su afán de mostrarse duros contra China, Biden y Pelosi le entregaron a Xi Jinping un caballo de batalla y una fuente de legitimidad para su aspiración a un tercer mandato como líder del Partido Comunista Chino.

Según Graham Allison en su libro Destined for War, unas de las principales diferencias entre Occidente y China radica en que, en el primero, los valores de individualismo, libertad, democracia, libre mercado, entre otros, son fundamentales. Por su parte, el segundo valora, ante todo, la autoridad, jerarquía, y la supremacía del Estado sobre la sociedad y de la sociedad sobre el individuo. Allison también señala que, para los ciudadanos de China, la legitimidad de un gobierno no radica en elecciones o en un acuerdo entre ciudadanos para elegir quien será el gobernante, se encuentra en los resultados del gobierno. Independiente de los abusos contra la población civil, y la extrema obediencia exigida por el gobierno a los ciudadanos, la posición de Xi Jinping y del Partido Comunista está asegurada, siempre y cuando las personas consideren que el gobierno está haciendo una buena labor y el crecimiento económico continúe.

Ahora, es importante tener en cuenta que, el crecimiento económico de China fue impulsado principalmente por factores demográficos, que hoy en día son preocupantes. Según Charles Goodhart y Manoj Pradhan en su libro The Great Demographic Reversal, una de las ventajas que tenía China en los años 1970-2005 fue que su población en edad de trabajar creció exponencialmente. Esto entonces hacía que el índice de dependencia, que mide la proporción de personas que dependen de la población activa o en edad de trabajar, fuese bajo en su momento. En la actualidad, ese índice ha aumentado de manera significativa, poniendo en riesgo el crecimiento económico futuro de China. Por esta razón, al igual que las políticas estrictas de cero covid, el FMI estima que China crecerá solo 3.3% este año. Es igualmente preocupante para el gobierno chino que el desempleo juvenil (de personas entre los 16-24 años) esté en 19.3 %, su nivel más alto desde que el gobierno empezó a publicar estos datos.

Por consiguiente, Xi Jinping, viendo que el crecimiento demográfico va a afectar su capacidad de generar crecimiento económico significativo, necesitaba una nueva fuente de legitimidad, y Estados Unidos se lo ha entregado en bandeja de oro, Taiwán. Para nadie es un secreto que China considera la isla aledaña como una colonia rebelde, y parte de su territorio. No obstante, desde 1996, no existe un momento en el cual las tensiones estén igual de altas. Aunque algunos expertos afirman que una invasión de China a Taiwán se daría en alrededor de unos 5-10 años, el New York Times reportó recientemente que existen personas dentro del gobierno que consideran que Beijing buscará invadir Taiwán en el próximo año y medio. Una guerra entre China y Taiwán, según el RAND Corporation, le costaría a los Estados Unidos alrededor de 5 % - 10 % de PIB, teniendo en cuenta que en Taipéi se encuentra la compañía de microchips más grande del mundo, y la dependencia económica de China con EEUU y el resto del mundo.

Por esta razón, el presidente Biden y la líder de la casa de representantes Pelosi deben ser más astutos en su formulación de política exterior. Como dijo Niall Ferguson, no son los países fuertes quienes empiezan las guerras, sino aquellos que saben que el tiempo no está a su favor, y en China, teniendo en cuenta el decrecimiento demográfico y económico, la conquista de Taiwán puede convertirse en un objetivo de ahora o nunca.

MARIO CARVAJAL CABAL

Internacionalista y Magister en Estudios Latinoamericano de University of Oxford

Twitter: @Mariocarvajal9C

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